Después de un mes enseñando a aquel hombre apartamentos, la empleada de la inmobiliaria no pudo resistirse hacerle una pregunta:
-Dígame, si no es indiscreción: ¿Por qué es esto lo primero que hace, invariablemente, al ver un nuevo piso?
El cliente no contestó. Pudo haber cortado de plano la curiosidad de aquella mujer. Pero sólo fingió extrañeza.
La mujer le aclaró:
-Sí, me refiero a que no se dirige a la ventana del salón a ver las vistas, o a comprobar si el baño tiene ventana, o si hay suficiente espacio en el armario empotrado. Lo primero que hace usted es dirigirse al dormitorio, pero no para comprobar que no se oiga al vecino al través del tabique… Sino que lo primero que hace es sacar el metro y medir el ancho de la pared: 1,50 parece que es la medida clave.
-Sin olvidar el espacio para dos mesitas de noche ¾respondió el cliente.
La empleada de la inmobiliaria, divorciada como el cliente, además de otras muchas coincidencias, siguió enseñando a aquel hombre apartamentos durante año y medio, lo que dura hoy en día un noviazgo formal.
© Roberto Lumbreras Blanco, 2013.