El pájaro elegido
Dibujar un árbol
que se parezca a un hombre
y dejar librado el papel
a los caprichos del viento.
Recuperar el dibujo en la noche
cuando se haya aquietado el alma.
Pintarle si es posible
un pájaro elegido
-que tenga la opción
de liberarse del dibujo-
Desechar luego todo
salvo nuestros rostros
cuando contemplamos el vuelo.
El péndulo
Uno va moviéndose lento
como un péndulo que solo va.
-Sólo la indecisión del mundo
nos da la sensación de que volvemos-
El amor es igual a desplazarse
al exacto ritmo del amado
aunque amar sea la furia del río
horadando la piedra quieta del lecho.
Sus finísimos átomos de ternura
desprendiéndose en armonía
con el terrible abrazo del agua.
Su amor inexplicable
su quietud aparente
su beso infinito
sus trocitos de vida
escapándose
con el amor del río.
El viaje
Hay que saber emigrar a tiempo.
Abandonar la cáscara antes del crujido.
Doblar el cuerpo con cuidado
y dejarlo invernando.
-Deben haber mejores sitios
para que el alma habite-
Mirar profundamente
El rastro de las golondrinas.
Acopiar todo el celeste posible.
Recordar el vuelo
no por un mero ejercicio de memoria
sino como una bandera imprescindible.
Hay que saber emigrar a tiempo.
Aunque siempre se vuelva.
La vida es el viaje.
Réquiem (a Olga Orozco)
Vengo a resistir tu muerte.
Yo que apenas soy un átomo inerme
amanezco roble erguido ante tu pecho.
Que se claven en mí todas las palabras
las que no causaron terribles dolores en los dedos
las que nos dejaron el alma en donde estaba
las que no humeaban desde el mismo corazón en llamas.
Vengo a resistir tu muerte.
Me niego a sentarme en tus huellas en el aire.
A esperar en las orillas del río a que pasen ramitas con tu nombre.
A dejarme caer en la profundidad del hombre
para volver flotando en tu voz.
No me conforma esta certeza de hielo
de que allí en donde tu aliento anduvo
las piedras se transformen tiernamente en piedras.
Vengo a resistir tu muerte.
Porque el hombre no puede quedar sin vos a la intemperie.
Quiero acariciarte los ojos con mis dedos
y grabar para siempre la vida en mis pulpejos.
Empiezo a olvidarme
Empiezo a olvidarme
cómo era Papá Noel
cuando descendía sin cuidado
por el hueco de la chimenea.
Empiezo a olvidarme
del rostro de mi madre
cuando mi boca se inundaba
con la blanca sangre de sus pechos.
Empiezo a olvidarme
que sabía volar como superman
y disparar como el llanero
a los enemigos del mundo.
Empiezo a olvidarme
del viejo de la bolsa
y de la difícil tarea
de amar tanto y tanto a Blancanieves.
Empiezo a olvidarme
por cuál huequito del bolsillo
se me escaparon sin motivo
los cientos de minutos que guardaba.
Sólo recuerdo a veces
-como entre nubes-
que este hombre que llevo
tiene apellido de niño.
El capitán de las ternezas
Yo no soy el capitán de las ternezas
-apenas si conozco a ese hombre-
Lo he visto bajando asombrado de las nubes
con su viejo rostro de niño encendido.
Lo he visto romper su corazón contra las piedras
rastreando las huellas de la palabra verdadera.
Pero yo no sé muy bien quién es ese que nombro.
Mis recuerdos aletean entre mis sienes buscando luz
entre una bruma de pájaros sin memoria.
¿Será su voz mi canto de aquel tiempo escondido
cuando mi lengua danzaba entre voces inocentes?
¿Quién es ese que habla con el sonido de mi sangre?
Ya nada se oye, la niebla ha silenciado los espejos.
Ya nada se distingue, el tiempo ha mezclado las barajas.
Pero no busquen en mí, ese que fui creciendo.
Este cuerpo que me lleva, y que a veces va conmigo
está poblado de agujeros por donde partieron los ángeles.
¿Qué quieren de mí?
Apenas puedo llevar el peso de mi sangre.
Apenas puedo soportar a estos dos hombres
que me han elegido como campo de batalla.
¿De quién será mi voz después de la ceniza?
***
Justo anoche tus ojos eran una sombra
Que se hundía en las rendijas del silencio
Hubiera jurado haberlos visto
Florecer en las alcantarillas del olvido
Juro haber visto la última muerte de mis alas
Colibríes heridos en las flores asombradas
Alondras sangrando bajo el techo de tus párpados
Juro que vi su amor deshojándose en la noche
Entre la niebla mineral de su mirada
Sus pupilas quietas en la punta de mi rostro
Juro que vi la luna resbalando en sus cabellos
Sus restitos de luz flotando entre mis sienes
La mañana era negra y era negro el infinito
Una estrella inerme agonizaba en mi pecho
Juro haber bebido hasta la última gota
Licores de ceniza de mis muertos queridos
Juro que todo esto que juro
Ha sido un sueño que murió hace segundos
Cuando clavaste tus ojos en mi centro.
La memoria de las alas
Hay pájaros
que andan caminando
con las alas distraídas
hasta que la memoria del aire
les susurra sus huellas.
Hay hombres
que andan viviendo
con las alas dormidas
hasta que un ángel con memoria de sol
les inventa el cielo.
A veces el hombre
es un pájaro
que ha perdido
la memoria de sus alas.
La rama sola
¿Qué siente la rama sola
en el minuto después del pájaro?
¿Un fino murmullo de soledad?
¿Su invisible temblor herido?
¿La nostalgia inquieta en su savia?
¿Su desgarrado corazón de ausencia?
¿Y cuando el pájaro vuelva?
¿Sentirá que es apenas rama que sostiene?
¿Cerrará su alma abandonada?
¿O extenderá sus hojas
por tanto dolor que no vuela?
***
Las hormigas
son los piecitos que la hoja inventa
para no morir con su primera muerte.
Las luciérnagas
son estrellas caídas que dudan.
El colibrí detiene al mundo
para mover sus alas.
El hombre ha perdido sus alas
de tanto andar por el mundo.