Con el miembro de la RAE y traductor Miguel Sáenz, se dieron por finalizadas las <<conversaciones al margen>> en el Salón de Grados de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid

 

El pasado martes 18 de marzo se dio por terminada la ilustrativa serie de conferencias y coloquios que con el tema de vivir de la literatura desde sus márgenes han venido coordinando José Ramón González y Rubén García.

Miguel Sáenz // Foto: Jesús Zalama

Miguel Sáenz // Foto: Jesús Zalama

Como colofón, se contó con la insigne presencia del traductor y académico de la RAE Miguel Sáenz. El ponente, políglota, ex traductor en las Naciones Unidas, ex profesor de Teoría de la traducción y actual traductor literario quiso dejar  claro desde un primer momento el actual papel de los traductores: “Somos los infra seres de toda esta cadena de producción. Vivir de la traducción literaria exclusivamente es imposible”.

El panorama profesional, en lo que a la traducción se refiere, que presentó Miguel Sáenz no fue nada halagüeño. La única solución posible, según él, si el deseo es convertir la traducción en oficio es  ofrecerse a las editoriales, quienes explotan al traductor sin posibilidad de negociación. Todo ello una vez inscritos en la asociación de traductores.

Dentro de este oscuro panorama, el ponente aseguró que “hay un desprecio absoluto del editor al traductor”, y que en múltiples ocasiones ha tenido que comprar sus propios libros, ya que el editor, o la casa, no han sido capaces de proporcionarle un solo ejemplar.

Miguel Sáenz, aseveró también que “España está a la cola en cuanto a traducciones”, culpando de ello al ingente trabajo que debe realizar un traductor en tiempo récord. Aun así, la ley protege de igual manera al traductor que al autor, aunque esto no siempre se cumpla.

Preguntado acerca de por qué sospecha que fue elegido miembro de la RAE, Miguel Sáez contestó: “Creo que se han equivocado. La Academia piensa que debe haber de todo”. El espléndido traductor cree además que se encuentra en la Real Academia por estar en el momento oportuno y por manejar varias lenguas. Una sentencia bastante sorprendente del ponente fue la siguiente: “Hay gente que no creo que contribuya mucho a la labor de la RAE”.

El símil más ocurrente de la conferencia tuvo como protagonistas a la prostitución y la traducción: “Hacer lo que se debería hacer por amor, por dinero”. La relación entre los dos oficios más viejos del mundo está clara para Miguel Sáenz, quien no dudó en asegurar que “la traducción es sumamente placentera y agradable”.

Dos importantes temas, a petición expresa del público, culminaron esta conversación. Uno fue el de la traducción de la poesía, de la que Miguel Saénz dijo que sin duda era muy complicada, y que para traducirla, no hace falta ser poeta, sino saber de poesía. El académico de la RAE confesó que  una de sus traducciones predilectas es la de La historia interminable ya que es la única que le ha reportado beneficio económico y reconocimiento en persona por parte de un lector.

La humildad de Miguel Sáenz imperó en toda la ponencia. Sirva como ejemplo una de sus últimas sentencias: “Soy un traductor del montón, pero me precio de tener un buen gusto literario”. Esta humildad, el reconocimiento de la realidad literaria y el  tono humorístico y didáctico han sido los puntos característicos tanto de los ponentes como de las <<conversaciones>> dedicadas al complejo mundo del vivir de la literatura a lo largo de estas jornadas.