Itziar Mínguez y Karmelo Iribarren debaten sobre la poesía en tiempo de disolución
El encuentro con los poetas se inscribe dentro de las jornadas coordinadas por el profesor del departamento de Filología Inglesa Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan que llevan por nombre ‘Poesía en tiempos de disolución’. El pasado veinticinco de abril, y dentro de una sensacional mesa redonda-testimonio, Itziar Mínguez y Karmelo Iribarren deleitaron al público asistente en el Salón de Grados de la Facultad de Filosofía y Letras con sus versos.
La rapsoda baracaldesa introdujo su recital poético con una serie de consideraciones relacionadas con la poesía de lo cotidiano de gran calado: “La poesía de lo cotidiano solo puede salir de la rutina”. Para Itziar Mínguez, la poesía es una crónica de la cotidianeidad, siendo más fácil de entender “porque ofrece herramientas para entender la vida”.
Mínguez también destacó que el prejuicio que se pueda tener ante este tipo de poesía viene motivado porque “los de letras nos empeñamos en ser como los de ciencias, poniendo una etiqueta academicista a todo”. Ella defiende la dimensión de lo reconocible, la desnudez de poema y poeta.
Tras estas consideraciones, comenzó su recital poético. De forma reposada pero atrayente, Itziar Mínguez ofreció a los oyentes versos de varios de sus libros, desde los más antiguos como La vida me persigue o Cara o cruz hasta los más modernos como Wikipoemia.
Karmelo Iribarren, por su parte, prefirió centrarse solamente en su recital. Sin embargo, quiso argumentar su presencia con una frase que motiva mucho el leivmotiv de esta mesa redonda-testimonio: “A los poetas nos gusta escribir de lo cotidiano desde la acera”.
El soberbio poeta guipuzcoano tuvo a bien el explayarse en su ‘bis a bis’ con los oyentes, con lo que el recital se prolongó de buena manera, haciendo las delicias de todos los entusiastas de su poesía que en el Salón de Grados se habían congregado. Como ejemplo de su poesía, recogemos uno de los poemas que Iribarren leyó, Mejor así:
Por supuesto que hay un montón
de cosas que no te he dicho
todavía. Qué esperabas.
Si te lo dijese todo de golpe
en un ataque freudiano de sinceridad,
no solo no me creerías nada,
sino que además empezarías a mirarme
como a un tipo seriamente peligroso.
Mejor así. Mejor que sigas pensando
que tengo mucha vida interior
y que te aguardan momentos irrepetibles.