I

Los niños no eyaculan

aunque beban leche hasta la sed

ebrios

trémulos

masturban los días

en el ir y venir del goce

hinchado

húmedo

En un sudor

de placeres que no terminan de expresarse

II

Abrir un perfil en Facebook

Conocer a un chico

chica Salir

coger

volver a salir

coger

Y pasarse la vida así

de perfil en perfil

evitando el encuentro

con la palabra dolor

III

Papá

Los maricos también lloran

Esta mañana el tío Federico rompió con su novio y sus lágrimas anegaron

todas las casas del barrio

Papá

Los maricos también ruegan a Dios

El Cura de la parroquia reza el rosario con su mancebo

A quien todos los pecados le son retenidos

Papá

Los maricos también politiquean

Su magistral taconeo de dudas se precipita en ansias por la silla

Quieren verse encaramadas en el poder

Papá

Los maricos saben de economía, son cultos

Y no les basta la inflación para sentirse re-valuadas

Papá

Los maricos escriben poemas

La poesía dispone de numerosos efectos especiales para hacer poético el vivir

IV

«En las noche de lluvia no se tapan los oídos.

Los truenos pueden hacerlos estallar».

Dijo mi hermano

Y yo me pregunto

¿Cómo se tapa la grieta de ser hombre?

¿De crecer como árbol torcido bajo sombras clandestinas?

¿Cómo?

¿Puede acaso uno tapar con un dedo

esta disidencia febril

este fuego de carne

y hueso

que no conoce la ética de la lluvia?

¿Puede?

Entonces, hermano mío

ven

tapa mis oídos

deja que llueva sobre mí

y que truene

tal vez así

estallando

la palabra hombre recobre su cuerpo

V

Dos lenguas

suspendidas

en un paladar

de vidrio

peces

en un vapor

masturbado

corren

baten las alas

aúllan

enlazados en esa red

detrás del sol

en una embriaguez

de azares

resonando en un gemido

nocturnal

desgranándose

VI

Y acaso

cuando fueron creados

cielo, tierra y hombre

Dios no pensó

en los disidentes,

el onanismo,

en el terco amor al revés,

En el lívido neón

de la palabra

marico.

En el vientre

donde se bebe

la leche del goce.

En la ardiente trama de la cópula

de dos seres

que en medio de la noche

arden, danzan

se embriagan,

hasta estallar en astros licenciosos

el universo

VII

Tiene que haber

un momento del día

en que un hombre

piense

en otro hombre

y sienta

un deleite solar

galopando en ebriedad

Tiene que haber

Una pulpa jadeante

Un silencio genital

Algún sentido oral

donde el ardor lo solicite

Tiene que haber

un temblor

que atraviese su cuerpo

hasta llegar a la vibración de la mano

y una levitación impúdica

venida en derrames

entibie la penumbra

de su habitación insomne

VIII

Te nombro

Frente a la imagen del Nazareno

Donde me masturbo

Porque sé que no vendrás al pan de mi sed

Te nombro

Entre una oración que se sabe a carne

Rancia maleza

El maná donde se coronan los altos aires del deseo