Conocemos ya los relatos de Cuerpo de blasfemia de Juan Sendino (Difácil Editores, 2003) y alguna cosa más suya; hemos seguido igualmente su blog (que, por cierto, recomiendo: juansendino.blogspot.com) y encontramos aquí, en Subverso, hace no mucho y a modo de adelanto, el primer capítulo de El ancho cielo, su novela que acaba de aparecer con el sello de Agilice Digital (www.agilicedigital.com).
Hasta que ha salido a la luz este último título suyo, lo que escribía Juan Sendino se caracterizaba eminentemente por su brevedad (eran relatos cortos que a veces incurrían en el microcuento) así como por su mirada siempre irónica y nos parece que distanciada (que no distante, o por lo menos no siempre) en relación con sus personajes, asuntos y la misma Literatura, sin dar muestras de tomarse realmente en serio ni los unos ni la otra..
En El ancho cielo nos encontrarnos una vez más con esa ironía a través, en esta ocasión, de un relato largo, poliédrico y fuertemente armado, con un argumento y unos personajes que es necesario rumiar, aunque notamos que el autor ha pensado bien lo que hacía y nos ha facilitado el acceso a la trama.
A diferencia de sus anteriores relatos, sin embargo, en El ancho cielo no encontramos la distancia: entre páginas ingeniosas, trabajadas y pulcras, que proceden de aquel esfuerzo suyo por la precisión y el lenguaje elaborado, damos a menudo con escenas y seres miserables, inquietantes o sencillamente atroces que Sendino no contempla (tal vez no quiere contemplar) desde lejos; muy al contrario, se inclina (me parece) por implicarse dejando a un lado su antigua postura, aunque no se apea en ningún momento de su condición de escritor: en dos palabras, se moja. Y, francamente, con la que está cayendo es muy de agradecer encontrarse con alguien a quien no le importa mojarse.