LA VENTANA INVERTIDA. Miguel Catalán. Gijón: Trea, 2014
Habíamos apreciado, y mucho, el segundo libro de aforismos del filósofo valenciano Miguel Catalán, titulado La nada griega (Madrid: Sequitur, 2013). Nos llega ahora - el autor es fértil – su tercer libro de pensamiento breve, titulado La ventana invertida, y creemos que este librito corrobora por su contenido el castizo refrán que dice “A la tercera va la vencida”. En efecto, el libro no sólo posee las mismas cualidades que habíamos señalado en La nada griega a saber: perspicacia, ingenio, humor, picardía e incluso una gotita de crueldad, sino que además todos o casi todos los aforismos que lo componen nos parecen ser aún más profundos que de costumbre. Una profundidad que roza a veces el dramatismo, porque deja entrever lo trágico de nuestra condición:
“La corona de espinas es una corona de rosas dejado pasar el tiempo”
O bien
“De la extrema dignidad de la vejez a la indignidad de la extrema vejez”.
No queremos, sin embargo, decir con esto que el librito tenga, todo él, un cariz pesimista. Hay muchos aforismos que, aunque también muy pensados, son más bien eso que los franceses llaman “des divertissements”, pues bueno es – y Catalán lo sabe – que el hombre ría, incluso a carcajadas, aunque sea de su propia estupidez:
“Leído en un bar: “No tenemos wifi, hablen entre ustedes.”
“Visto en una ficha bibliográfica ¿Quién soy yo? Aureliano Jiménez.”
O bien el graciosísimo
“Uno se come más a gusto la pata de un conejo cuando piensa que es una pierna irracional”.
Sólo en la crítica de la política los aforismos del filósofo valenciano tienen algo de corrosivo y de amargo y participan, en cierto modo, de esa desesperación española casi unamuniana que, desgraciadamente, nos es tan familiar. Pues a Miguel Catalán también parece dolerle España:
“Que la dinastía borbónica siga reinando en España después de tres siglos de venalidad y francachelas es un argumento de peso para considerar si después de todo Dios no estará realmente de su parte.”
o bien
“Cuando uno echa cuentas, descubre que en España hay más periodistas dedicados a encubrir que a descubrir.”
O este otro bastante terrible:
“En España el Fiscal del Estado es el abogado de oficio de los imputados pudientes”.
Felizmente para nosotros, el comprometido Catalán puede aún mostrarse y se muestra en esta obrita “riguroso como el pedrisco”, como el mismo lo dice en otro de sus aforismos. Y dice alto y claro lo que piensa. Pero, en las circunstancias actuales, cabe preguntarse ¿por cuánto tiempo aún?
Lucidez, casi clarividencia, en lo que concierne la condición humana. Diversión y risa para paliar nuestros quebraderos de cabeza. Dolor y crítica corrosiva de la política en nuestro país, La ventana invertida es, a pesar de sus reducidas dimensiones, un libro completo y, sobre todo, necesario, en el que también se encuentran, faltaría mas, algunos aforismos en donde la ternura y la delicadeza, siempre teñidas de humor para no tocar demasiado las emociones, se manifiestan y nos hacen imaginar la vida cotidiana de este humanísimo filósofo, entre sus libros, y su esposa mozartiana:
“Ella ama a Mozart con tal devoción que cualquier otro compositor le parece prematuro o bien tardío. Ni siquiera está segura de querer ir al Cielo porque no acaba de fiarse del gusto musical de Dios.”
y el gatito callejero adoptado por su filosófica compasión, único rey al que el libertario Catalán soporta y sirve de buen grado:
“Si tienes suerte, tu gato te escogerá como sirviente.”
Cumple pues este libro – y con creces – con el deber de todo buen libro: nos advierte, nos divierte, nos emociona. Y dada la profundidad de cada uno de estos pensamientos breves, podemos decir también que los aforismos de Miguel Catalán cumplen con lo que deseaba el también aforista Jorge Wagensber cuando decía que todo aforismo debe ser “el mínimo de algún máximo.”
Daría Rolland Pérez