Serie es un libro para leer con calma; para saborear lenta y pausadamente. Acaba de salir de la imprenta y con la tinta fresca aún lo recibo en mis manos asombradas. Conozco bien al autor, un ser entrañable que habita la pluralidad y se esconde en un yo que los espejos duplican en diversidad de formas distintas, cambiantes, inestables; conozco la hábil metamorfosis de su discurso, mesa de mezclas en la que el último grito se acompasa al timbre de las eternas clasicidades; conozco la reposodad y bien establecida habitación de un pensamiento que surfea modernidades asentado en una tabla que conoce bien lo que va por el fondo. Y, sin embargo, a pesar de este conocimiento, ninguna línea de Vicente Luis Mora, venga en verso o en prosa, deja de sorprenderme.
Serie acaba de llegar a mis manos; lo abro y leo su prefacio, evocador de un Leibniz que se pregunta «¿por qué hay algo y no, más bien, la nada?», que viene a sacudir al lector con un grito, una consigna, que imprime temblor a la página: «arrójate al vacío, crea mundo», porque habla de ese quemar las naves que la poesía demanda y que cambia radicalmente la vida d elos poetas… y, en algunos casos, de los lectores.
Acabo de abrir el libro. Me encuentro a Vicente Luis MOra conversando con Wittgenstein, con Leibniz, proponiendo una ecdótica de la imagen, jugando (¿jugando?) a construir neuropoemas…, sacando en fin las palabras –como agua necesaria– de los profundos pozos del sentido en los que dormía, esperando la manode nieve, que diría otro andaluz. Sigo leyendo y doy de bruces con Jorge Guillén, otro Guillén disitnto al de Cántico, pero igual de preciso.
Aquí dejo una muestra, con un deso: que la lectura de ste libro os atrape como me ha atrapado a mí:
Sobre la mesa un vaso
de cristal.
Sostiene la física
que su orden es el más exacto.
Resiste a al adhesión de la materia,
lo que no haría
si hubiera sido destinado
a espejo (sabéis que a los azogues
se impregna cualquier cosa,
salvo otro espejo).
Y su constitución interna
es la más homogénea
que existe.
En principio, ese vaso
de vidrio vertical
sobre la mesa
es el producto de la naturaleza
más opuesto
a mí.