Captura de pantalla 2015-09-18 a la(s) 10.47.23 AMSerie es un libro para leer con calma; para saborear lenta y pausadamente. Acaba de salir de la imprenta y con la tinta fresca aún lo recibo en mis manos asombradas. Conozco bien al autor, un ser entrañable que habita la pluralidad y se esconde en un yo que los espejos duplican en diversidad de formas distintas, cambiantes, inestables; conozco la hábil metamorfosis de su discurso, mesa de mezclas en la que el último grito se acompasa al timbre de las eternas clasicidades; conozco la reposodad y bien establecida habitación de un pensamiento que surfea modernidades asentado en una tabla que conoce bien lo que va por el fondo. Y, sin embargo, a pesar de este conocimiento, ninguna línea de Vicente Luis Mora, venga en verso o en prosa, deja de sorprenderme.

Serie acaba de llegar a mis manos; lo abro y leo su prefacio, evocador de un Leibniz que se pregunta «¿por qué  hay algo y no, más bien, la nada?»,  que viene a sacudir al lector con un grito, una consigna, que imprime temblor a la página: «arrójate al vacío, crea mundo», porque habla de ese quemar las naves que la poesía demanda y que cambia radicalmente la vida d elos poetas… y, en algunos casos, de los lectores.

Acabo de abrir el libro. Me encuentro a  Vicente Luis MOra conversando con Wittgenstein, con Leibniz, proponiendo una ecdótica de la imagen, jugando (¿jugando?) a construir neuropoemas…, sacando en fin las palabras –como agua necesaria–  de los profundos pozos del sentido en los que dormía, esperando la manode nieve, que diría otro andaluz. Sigo leyendo y doy de bruces con Jorge Guillén, otro Guillén disitnto al de Cántico, pero igual de preciso.

Aquí dejo una muestra, con un deso: que la lectura de ste libro os atrape como me ha atrapado a mí:

 

Sobre la mesa un vaso

de cristal.

Sostiene la física

que su orden es el más exacto.

Resiste a al adhesión de la materia,

lo que no haría

si hubiera sido destinado

a espejo (sabéis que a los azogues

se impregna cualquier cosa,

salvo otro espejo).

Y su constitución interna

es la más homogénea

que existe.

En principio, ese vaso

de vidrio vertical

sobre la mesa

es el producto de la naturaleza

más opuesto

a mí.