Una realidad cultural que inevitablemente nos obliga a analizar el peculiar sistema censor español, aplicado con una amoralidad difícil de digerir por una sociedad moderna. En principio sufrían censura previa únicamente las obras baratas, la literatura breve, y esta se centraba en esa imagen ficticia que se había creado sobre la España irredenta que no debía buscar en el exterior soluciones imaginativas a los problemas identitarios. La Sicalipsis quedaba fuera, a nadie en el gobierno parecía importarle los desnudos, las prácticas sexuales no convencionales o las burlas nada veladas a la moral burguesa. Únicamente se pretendía apartar a los obreros y a las clases medias de las ideas disolventes provenientes de Europa. Los libros de más de doscientas páginas o cuyo precio superaba las cinco pesetas, y por tanto se vendían exclusivamente en librerías, no tenían que pasar censura previa. Esta situación cambia tras el viaje que el dictador Primo de Rivera[1] hace a la Italia de Mussolini, a su regreso a España llega como adalid de la moral católica y fascista, un obsoleto catálogo de buenas costumbres a las que anteriormente nunca había prestado la más mínima atención.
Pero en la segunda mitad de los años veinte la realidad era imparable, empresas que habían nacido con vocación de fracaso, sublimando el martirio cristiano en consecución de ideales revolucionarios, como Ediciones Oriente, habían triunfado. Los socios empiezan a olvidarse de las Paroles d’un croyant[2] y comienzan a buscar su nicho de mercado en esa sociedad que cambia a ojos vista. Los socios de la editorial inicial salen cada uno por un lado para realizar sus propios proyectos y surgen CENIT y Jasón, la primera llega a dos centenares de títulos tanto en ensayo como en novela, antes de volverse a fracciona y dar lugar a Zeus. Jasón, en cambio, mantiene una línea más comercial, llegando incluso al esoterismo, aunque con un segundo sello, Ulises, se mantiene fiel a sus principios políticos. Por el lado sicalíptico La Novela de Hoy ha desbancado a sus competidores y a su estela surgen una serie de publicaciones que no tienen los prejuicios de las experiencias iniciales, en ocasiones jugando en el lado oscuro. Muchas publicaciones se hacen de forma clandestina, excitando al comprador con su secretismo, añadiendo una transgresión más a su lectura, lo que impide la realización de un catálogo completo y su presencia en las colecciones institucionales.
La represión política se ejerció en nombre de la España eterna, reserva de valores y toda la suerte de zarandajas que acompañan a estos dislates, pero en el plano sexual empezaron a patinar. Se empieza a hablar sobre sexo de una manera pretendidamente científica, a investigar, a romper el mito de asociar la represión del placer como parte fundamental del cristianismo. Algunos estudiosos empiezan a apuntar que los estoicos, en los primeros siglos de nuestra era, fueron los que rechazaron el sexo fuera de sus funciones reproductivas, un rechazo hacia los goces carnales que podemos rastrear en la misoginia griega y que llega a su configuración actual con Clemente de Alejandría[3] que, basándose en la ley natural, unifica los criterios de las distintas sectas cristianas y circunscribe la sexualidad al matrimonio con fines reproductivos.
Y es, llegados a este punto, cuando los reaccionarios cambian de tercio, el editor de El Sol, Ramón Calleja sentencia que las motivaciones de los editores de novelas sicalípticas eran impuramente mercantiles[4], algo absolutamente inmoral para la España irredenta que desprecia la revolución liberal y el capitalismo que arrastra. A esta postura mercantilista del sexo se unen los intelectuales atormentados, Ramiro de Maeztu[5], en uno de sus delirios regeneracionistas acusa a los banqueros judíos de orquestar la industria pornográfica para destruir España. El feminismo emergente preconizó qué, pasarán sin huella todos estos libros estúpidos y mal escritos[6]. La cuestión principal con la sicalipsis no consiste tanto en hacer una defensa de sus contenidos como entender que sigue siendo la mejor fuente de documentación para estudiar los cambios sociales que trasformaron España en el primer tercio de siglo. Un breve destello de agitación cultural que rápidamente fue anulado por los moralistas, Pedro Sainz Rodríguez[7] sustituye a Artemio Precioso, que se ve forzado a marchar al exilio, al frente de La Novela de Hoy, descafeinando sus contenidos y prescindiendo de sus autores más populares a favor de otros más dóciles y desconocidos. Y como era de suponer la derecha española, con tal de hacerse con el monopolio de la edición madrileña, no renuncia a publicar desnudos y sicalipsis con tal de controlar ideológicamente a los ciudadanos. Y no fue la banca judía, si no la muy reaccionaria Banca Bauer a partir de 1928, con su sello editorial CIAP, la que absorbe todos los sellos editoriales que se ponen a su alcance y asigna sueldos fijos a los autores más prestigiosos para desmovilizarlos.
Y hasta aquí una breve semblanza de la literatura del primer tercio del siglo XX, y unas pocas reflexiones sobre la importancia y necesidad de recuperar algunos autores para poder comprender la evolución de nuestra literatura. Queda por analizar la clave de esta nueva literatura, su imagen, las novelas tenían un soporte visual que transformaba en imágenes reales esos personajes tan lejanos para la mayoría de los habitantes de esa España rural que ni siquiera intuían lo que eran las grandes ciudades. Las ilustraciones que acompañan los textos son en muchas ocasiones acusadas de desvestir y amoralizar a personajes que en el texto estarían dentro de los cánones sociales, un lenguaje en sí mismo. Los dibujantes de principios de siglo consiguieron que la literatura fuese algo más que palabras.
[1] Miguel Primo de Rivera y Orbaneja (1870-1930), marqués de Estella, Grande de España y militar profesional que dio un golpe de Estado en 1923 para intentar salvar la imagen de la monarquía de Alfonso XIII después del desastre de Annual. Tras su dimisión y exilio en París es sustituido por el general Berenguer, que dilata durante el año 1930 el cambio político que llega el 14 de abril de 1931.
[2] Obra de Lamennais, verdadero referente para la fundación del Partido Comunista.
[3] Uno de los primeros miembros de la iglesia que alcanzó notoriedad, vivió en la segunda mitad del siglo II de la era cristiana y se especula que murió sobre el 215.
[4] Mercaderes de la pornografía; El Sol, 13 de junio de 1921.
[5] Ramiro de Maeztu y Whitney (1874-1936), principalmente fue periodista, en un principio republicano y socialista para pasar, en tiempos de la Gran Guerra, a ser liberal y posteriormente a ser tradicionalista y católico. Su obra ensayística se basa en el concepto de hispanidad. Fue fusilado al principio de la guerra en Madrid, al ser una de las cabezas visibles de Renovación Española.
[6] Maldición premonitoria de Carmen de Burgos “Colombine” en su artículo: Las mujeres y la literatura.
[7] Pedro Sainz Rodríguez (1897-1986), político monárquico y conspirador contra la república española, fue la cabeza visible del intento de control editorial de todas las colecciones populares.