El tiempo y su paso es el tema por excelencia de la poesía. Es el tema que incluye a todos los demás. Porque hay tiempos para la alegría y la tristeza, para el trabajo y para el ocio, tiempos para amar y odiar, para nacer y morir. Hay tiempos también para el espacio, como ya propuso Juan Ramón Jiménez. La originalidad de este libro de Santiago Aguaded Landero reside en considerar también la cotidianidad del tiempo. Este cuaderno de flores, fracasos, olvidos y simulacros pertenece al tipo de poesía que denominaría urgente y necesaria. Poesía escrita por la vida diaria. Poesía necesaria, al menos para el poeta, como el pan, el agua, el sol y las flores. En un mundo corrupto en el que colapsa un sistema económico, en el que todo se mercantiliza, el sueño del poeta es resistir gracias a la é(sté)tica. Resistencia contra los relojes urgentes de oro y los espejos electrónicos del mal, contra todo lo que esclaviza y limita al individuo plural hacia las elevadas «contingencias del ser». La originalidad del libro también está en el uso de nuevas sintaxis espacio-temporales en las que el poeta conjuga la poesía (casi toda en prosa) con citas a pies de página explicativas. El conjunto forma una nueva forma de concebir la poesía. La verdadera poesía (si es que hay verdad en poesía?) revela lo invisible, lo oculto, desenmascara a su tiempo y lo encarna en poesía. Quizá por eso el poeta ha organizado el poemario como un diario según el calendario republicano francés, sin seguir un ordenamiento exhaustivo, es decir, puede pasar de un año a otro en la siguiente página, o seguir un hilo de varios días seguidos.
Santiago Aguaded Landero nació en Lepe (Huelva) en 1962. Realizó estudios de Biología en la Universidad de Sevilla, y el doctorado de Biología Molecular en la Universidad Politécnica de Madrid. Sin embargo, es un gran poeta. Ha publicado libros como Diario apócrifo de un alquimista (2005), Voz Vencida (2009) o El Libro del fuego (2014), entre otros. Con Diario de flores, fracasos, olvidos y simulacros, el lector disfrutará de estos poemas si aprende que el canto es iluminación de la realidad invisible y conversión del tiempo en vivencia. Resistencia contra los relojes urgentes de oro y los espejos electrónicos del mal, contra todo lo que esclaviza y limita al individuo plural.