Yolanda Izard, filóloga hispánica, crítica literaria, correctora y profesora, nos ha cedido una serie de microrrelatos, realizados por sus mejores alumnos. Hoy empezamos esta nueva categoría, de la que podréis disfrutar semanalmente.

A continuación, podréis disfrutar de cuatro representativos microrrelatos –en los que destaca una intensa mirada para percibir el misterio y el encanto de lo cotidiano y una escritura limpia, llena de guiños profundos- de la escritora vallisoletana Amparo Pozo, licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid y cuya actividad literaria se ha desarrollado tanto en el campo científico como en el creativo. Entre otras publicaciones, destacan el relato largo Zaira, mi amiga saharaui, Ayuntamiento de Valladolid, 1995, encargo de este ayuntamiento para los niños de acogida de los campamentos de refugiados saharauis; colaboraciones literarias en distintos periódicos, como el Norte de Castilla o el Diario Palentino, y en las  revistas: Iniciativas culturales, ¡Aleluya!, Prolepsis y Atticus,  así como en distintos libros colectivos: I y II Certamen literario de mujeres 8 de marzo, Colectivo de mujeres de Palencia, 1994; Relatario, Ramón Cañelles, 1992 y Apuntes dispares, tal vez fuegos: Ramón Cañelles,1992. Ha recibido premios por sus relatos Desde mi mesa camilla, premio I Certamen Literario de Mujeres 8 de Marzo, del Colectivo Mujeres de Palencia, 1992, y por La hora de la siesta, Premio “Santa Teresa de Jesús. Relatos Breves”, de las Bibliotecas Públicas de Castilla y León, 2015.

Os dejamos el primero.

 

Álbum de una sola hoja

 

Empezaba septiembre. En el dormitorio, después de una refriega, él me dijo: No te entiendo, cada día hablas peor, eres contradictoria, unas veces dices sí y otras no, aclárate porque, si sigues así, yo me voy.

Esa noche no dormí, lloraba a ratos. Por la mañana, de espaldas a él, había tomado la decisión de hacer un álbum de frases. Se las dejaría debajo de la almohada a la hora de acostarnos y me iría a dormir a la cama del salón.

Escribí la primera, la que más me gusta -hoy es uno de octubre- y que dice como sigue: “Bésame, dame un beso de tu boca”. (Era del Cantar de los cantares pero él no lo sabía).

Al alba, se presentó en mi habitación.

La verdad es, que cuando me entretengo por las tardes con el álbum, no tengo más hojas que pasar. No se me ha ocurrido otra frase que pueda dejarle escrita bajo la almohada y que no pueda decírsela, yo, entre las sábanas.