Erudito, bibliófilo, experto en matemáticas y filosofía, buen conocedor del latín, el griego, el árabe y el hebreo, ducho en leyes, aficionado a las antigüedades, la pintura y la literatura, diplomático, poeta y soldado, Diego Hurtado de Mendoza (1502?-157 5) encarnó para buena parte de la tradición crítica española el ideal humanista del Renacimiento. Como diplomático, sirvió a Carlos V en las embajadas de Venecia (1539-1547) y Roma (1547-1552), así como en el Concilio de Trento y en el gobierno de Siena. Desterrado en Granada por Felipe II, escribió en su vejez Guerra de Granada, monografía histórica sobre el levantamiento y guerra de los moriscos de las Alpujarras.
Su extensa y rica correspondencia diplomática lo muestra como un riguroso observador de la realidad política de su tiempo, pero también como un cortesano intrigante, agudo y mordaz.
»Y o sé poco de guerra, pero sé mucho de bellaquería»