Olvidé decirte que apagaras el horno, por Javiér Gómez Marín
Ser el lector «one» de una novela y comprometer una crítica es un ejercio que requiere valor. Cuando es un buen amigo y además se impone la sinceridad, el ejercicio entonces es temerario. Es un reto en definitiva que resulta halagador y a la vez estimulante.
Pues bien, hoy mismo terminé de leer esta novela y no puedo por menos que esbozar ahora amismo unas palabras. Novela de cierta extensión, cerca de 448 páginas, pero que leí en pocas sesiones.
Esto de las pocas sesiones hará intuir lo que voy a decir a continuación: es una novela muy, muy buena, por encima del nivel de muchas de las que he leido en los últimos años. Una novela extraordinariamente redactada, con un estilo luminoso y absolutamente personal, de cómoda lectura, con una historia basada en un hecho real, pero ficcionada con tal habilidad e ingenio que se lee sonriendo. Sus personajes diegéticos se hacen entrañables y aquellos otros de extracción real, reciben su justa ración de crítica, realizada con buen gusto, en nada gratuita. Y sobre todo, lo que más me ha admirado es que en ninguna parte de la novela, por pequeña que esta fuera, decae el interés. Es como una vibrante y tensa línea horizontal situada a notable altura y que solo se inclina, hacia arriba, al final. Justo como debe ser una buena novela.
Dadas las circunstancias no convencionales en las cuales el autor pretende publicar la obra, sugiero tres cosas por hacer: primero, comprar el libro; inmediatamente después, leer la novela y, por último, si os gusta, como desde aquí auguro, recomendarla a todos vuestros conocidos.
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